Xabier ARRIZABALO MONTORO
En el libro Capitalismo y economía mundial propone una interpretación acerca de las causas profundas de la grave situación económica y social actual, que no se limita a la crisis ni a determinados países o regiones, afectando por el contrario al conjunto del mundo de una forma u otra y desde hace ya lustros.
La obra parte de una pregunta: ¿por qué razón las condiciones de vida de la inmensa mayor parte de la población mundial se encuentran cada vez más amenazadas, a pesar de las posibilidades que ofrecen los avances científicos y técnicos factibles gracias al aumento de la productividad de los trabajadores? No se trata de una casualidad, ni de una maldición, ni siquiera de una mala gestión económica del capitalismo (...). Precisamente porque esto no es fruto de la casualidad, sino que se debe a unas causas determinadas, se da como objetivo identificarlas, lo que sólo puede lograrse a través del método científico.
Dicho de otro modo, para responder a esa pregunta me apoyo en el instrumento más potente analíticamente: el método marxista, que constituye la culminación de la mejor tradición teórica de la historia del pensamiento económico. Es la tradición de la “economía política”, cuyos integrantes tenían la pretensión real de comprender las causas profundas de los fenómenos económicos y sociales en general (por oposición a la “economía vulgar”, antecedente directo de la economía burguesa dominante en la actualidad, caracterizada por su orientación puramente apologética o propagandística).
La aplicación de este método para el análisis de la pregunta de referencia, permite completar una interpretación que cumple los dos requisitos exigibles para considerarla como tal: consistencia lógica y compatibilidad con los hechos. Se trata de una interpretación como tal, a diferencia de otras formulaciones que no pueden alcanzar ese estatus. Ya sean las más simplistas y caricaturescas como aquella que plantea “un exceso de avaricia” como causa de los problemas o las en todo caso muy superficiales, literalmente, como la que pretende limitar la explicación a la “escasa regulación financiera” (y a la que cabe aplicarla hasta el final la pregunta clásica infantil del “¿y por qué?” para profundizar en las verdaderas causas de fondo). Porque precisamente esto es lo que se lleva a cabo en Capitalismo y economía mundial, un ensayo explicativo acerca de las causas últimas de los problemas, asociadas a las contradicciones crecientes que forman parte constitutiva del modo de producción capitalista en su etapa imperialista.
Se trata de un libro extenso, 720 páginas, por dos razones importantes: en primer lugar, para hacer posible una exposición muy pausada y didáctica que permita su comprensión a cualquier persona interesada en el tema, con independencia de su formación académica o de otro tipo. Para comprender una explicación completa de las causas profundas de los problemas es necesario, sin duda, partir desde el principio mismo, sin caer en la tentación de tomar ningún atajo. Puesto que la altura a remontar es considerable, pongo todos los escalones necesarios para que cualquiera, a su ritmo, pueda subir la escalera completa. Pero la extensión del texto también obedece a la loable intención de documentar todos y cada uno de los planteamientos más relevantes que se formulan en el texto. Esta intención, exigible en cualquier caso tratándose de una disciplina empírica como lo son todas las sociales, es aún más recomendable en un libro escrito a contracorriente no ya del “pensamiento único”, sino también de su alter ego, el definido por el oxímoron “pensamiento crítico único” (aquel que cuestiona solamente las consecuencias, o dice cuestionarlas, sin considerar ni remotamente entrar al terreno de sus causas de fondo).
La obra consta de diez capítulos, incluido uno de conclusiones, además de otros apartados: índice, presentación, bibliografía, índice onomástico y apéndice estadístico. Aunque la mejor lectura que se puede hacer es la completa y en el orden establecido, el libro admite también otras posibles lecturas, centradas respectivamente en determinados aspectos metodológicos o teóricos, en ciertos procesos históricos, en los acontecimientos más recientes o en los estudios de caso de la parte final (América Latina, China o Europa).
El hilo argumental del libro culmina en el capítulo octavo, Crisis, ajuste y crisis (desde 1970): la vuelta a la “normalidad” del imperialismo. En él se constata cómo la única posibilidad que ofrece ya el capitalismo es una huída hacia delante. Esta huída hacia delante, que toma la forma de una gigantesca destrucción de fuerzas productivas, se sintetiza en la secuencia crisis—ajuste—crisis. Es decir, en la crisis actual como resultado final al que han contribuido a conducir las políticas de ajuste del FMI sistematizadas desde los primeros años ochenta en respuesta a la crisis de los setenta. Pero esta destrucción de fuerzas productivas no es casual, sino el fruto del carácter crecientemente contradictorio del capitalismo, que se expresa históricamente a lo largo de todo su estadio imperialista (“crisis, guerras y revoluciones”), desde los inicios del siglo XX hasta su estallido en la actualidad. Esta explicación se apoya en la fundamentación teórica y empírica que se desarrolla a lo largo de los siete capítulos anteriores
La fundamentación teórica se formula en el capítulo tercero, El modo de producción capitalista: fundamentos, contradicciones y límites históricos, basado en el planteamiento marxista que parte de la ley del valor y concluye con la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia, base para la comprensión del mencionado carácter crecientemente contradictorio del capitalismo. A su vez esta fundamentación se contextualiza y apoya en los dos capítulos iniciales, titulados respectivamente La economía política, una ciencia extraña: objeto, naturaleza y fundamentos el primero de ellos y Desarrollo histórico del capitalismo y desarrollo teórico de la ciencia económica: el método marxista el segundo. En ellos se explican en primer lugar el contenido de la economía como ciencia y las implicaciones que supone, así como, en segundo lugar, su singular desarrollo histórico, en el que se encuadra el análisis marxista como culminación de la mejor tradición histórica del pensamiento económico.
Tras la formulación teórica se presenta el recorrido histórico del capitalismo, en cuyo marco se materializa ese carácter contradictorio cada vez más agudo. En el capítulo cuarto, Trayectoria histórica del capitalismo: del estadio ascendente al estadio imperialista, se aborda el agotamiento de la condición progresiva del modo de capitalismo, su estadio ascendente, y el inicio de su estadio imperialista. A continuación se desarrolla este estadio en los capítulos quinto, La puesta de largo del imperialismo (1900-1945): guerras, crisis y revoluciones, y séptimo, Guerra, recuperación y crisis (1945-1970): ¿edad dorada del capitalismo o huída hacia delante?, además del octavo ya mencionado. Entre medias, en el capítulo sexto se analiza La experiencia histórica de la revolución rusa en la economía mundial capitalista. Este capítulo aporta un elemento muy importante, además de las claves políticas que supone la revolución primero y su degeneración después, desde finales de los años veinte, por la configuración del estalinismo. Ese elemento es el hecho, aparentemente paradójico, de que el engendro del llamado “socialismo en un solo país” de Stalin, frontalmente contrario a la tradición política y teórica del partido bolchevique, constituye una de las mejores pruebas del carácter mundial del capitalismo en su estadio imperialista, como se aprecia inequívocamente en su implosión final a finales de los ochenta/principios de los noventa.
Las causas profundas de la grave situación económica y social actual, no se limita a la crisis ni a determinados países o regiones, afectando por el contrario al conjunto del mundo de una forma u otra y desde hace ya lustros.
Foto: CC BY - JOSE VICENTE JIMENEZ RIBAS
Finalmente se incluye un capítulo noveno, La extensión mundial del ajuste fondomonetarista durante el período reciente: distintas excusas para una misma política, en el que a la luz de cuatro estudios de caso, se concreta la forma específica que toma en cada uno de ellos la imposición del ajuste permanente fondomonetarista. Son América Latina, Rusia y Europa del Este, China y la llamada Unión Europea. Cada uno de ellos aporta elementos importantes para la comprensión global. En particular los dos últimos, en tanto en gran medida se puede decir que tienen algo de “madres de todas las batallas”. El caso chino por tratarse de la experiencia de una nación de 1300 millones de personas, en la que, a pesar de los muchos pesares sigue existiendo un Estado obrero, por más que, sin duda, tremendamente degenerado. Y en donde la perspectiva de la constitución de una organización independiente del movimiento obrero abriría la puerta a un escenario muy diferente al actual.
Y el caso europeo porque es la región del mundo en la que más lejos se ha ido, históricamente, en la institucionalización de importantes conquistas obreras y democráticas. Es decir, “cuerpos extraños” por ser contradictorios con el carácter de clase constitutivo de los Estados burgueses. De modo que si en todos los países es complicada políticamente la imposición del ajuste, porque supone graves retrocesos sociales, en Europa la cuestión se presenta mucho mas compleja por las propias conquistas democráticas y el elevado grado de conciencia obrera y social en general, al respecto de su importancia. De modo que para su desmantelamiento se pone en marcha un mecanismo especial: el cuestionamiento frontal de la soberanía nacional, único marco posible de derechos democráticos bajo el capitalismo, a través del llamado proceso de integración cada vez más coercitivo, cuya guinda final con forma de corsé estricto es el euro. Lo que gráficamente se puede resumir en la fórmula de que puede haber ajuste sin euro, como ocurre en otras regiones y países, pero no puede existir euro sin ajuste fondomonetarista, porque éste y no otro es el sentido mismo de su imposición.
La culminación de todo lo explicado a lo largo de esos nueve capítulos se presenta en el décimo y último Conclusiones: balance y perspectivas de la economía mundial. Con ellos se completa lo que el propio subtítulo del libro indica con claridad, en cuanto al contenido del conjunto del libro: Bases teóricas y análisis empírico para la comprensión de los problemas económicos del siglo XXI. Y que a su vez otorga sentido al título de Capitalismo y economía mundial. El proceso de acumulación capitalista, basado en la ley del valor y amenazado por la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia, constituye la economía mundial. Economía mundial que, por tanto, no es una formulación genérica sino que tiene un estatus teórico específico. En efecto, la economía mundial es una noción teórica de primera importancia porque desde principios del siglo XX, como se ha mencionado, pasa a ser el marco en el que opera la ley del valor, sin perjuicio de que lo haga contradictoriamente con la supervivencia de las economías nacionales. Pero lo más importante es que esa constitución de la economía mundial que sólo hace posible el capitalismo, se lleva a cabo de una forma inevitablemente pervertida en cuanto a que pueda ser el marco del desarrollo de las fuerzas productivas. Al contrario, lo será de procesos destructivos cada vez mayores, tal y como observamos en la actualidad con la grave situación que padecemos, en la que las condiciones de vida logradas están amenazadas incluso en las economía más avanzadas. Y cada vez más.
La constatación a lo largo del libro de los numerosos y serios problemas sociales podría llevar a la conclusión errónea de que se trata de un planteamiento pesimista. Ni es así ni podría serlo. Porque de igual manera que no se parte de consideraciones morales acerca del origen de los problemas (sino de los requerimientos del proceso de acumulación capitalista, que exigen la mencionada destrucción de fuerzas productivas cada vez mayor), tampoco se sostiene una posición resignada. Capitalismo y economía mundial se propone como una invitación a la discusión rigurosa, pero también comprometida, para que pueda formar parte, como un granito de arena más, de la base teórica para una intervención política que permita abrir una salida en positivo a la auténtica encrucijada histórica a la que se enfrenta la humanidad.
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